S a n  B a r t o l o m é   fue uno de los Apóstoles de Jesús. Es mencionado en los tres evangelios sinópticos, siempre en compañía de Felipe (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14). En el Evangelio de Juan, donde no aparece con el nombre de Bartolomé, se le ha identificado con Nathanaël, que también es relacionado siempre con Felipe. Se mantuvo ajeno al amor de las cosas en este mundo, vivió pendiente de los amores celestiales y toda su vida permaneció apoyado en la gracia y auxilio divino, no sosteniéndose en sus propios méritos sino sobre la ayuda de Dios.

 

Su martirio y muerte se atribuyen a Astiages, rey de Armenia y hermano del rey  Polimio que San Bartolomé había convertido al cristianismo. Como los sacerdotes de los templos paganos, que se estaban quedando sin clientela, protestaran ante Astiages de la labor evangelizadora de Bartolomé, Astiages mandó llamarlo y le ordenó que adorara a sus ídolos, tal como él había hecho con su hermano. Ante la negativa de Bartolomé, el rey ordenó que fuera desollado vivo en su presencia hasta que renunciase a su Dios o muriese.

En la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, la piel que se representa es un autorretrato del mismo autor, detalle que no se descubrió hasta bien entrado el siglo XIX.

 

San Bartolomé es el patrón de aquellos que trabajan las pieles, fabrican o usan cuero, guantes, abrigos, cinturones y botas. También de las modistas por llevar su piel sobre los brazos. Es sanador de las convulsiones, crisis espasmódicas y enfermedades nerviosas en general.

 

 

Su festividad se conmemora el 24 de agosto.

 

 

 

Parroquia de San Bartolomé.

Madrid, 24 de junio de 1979.

 

La Parroquia del poblado madrileño de Orcasitas, destruida en un incendio:

 
En la madrugada del viernes al sábado se produjo un incendio que destruyó totalmente la Parroquia de San Bartolomé, emplazada en la calle Guetaria, 1, Quedando completamente destruida por el incendio de causas desconocidas sobre las dos y media de la madrugada. El fuego se inició media hora después de que los vecinos de la barriada dieran por terminadas las fiestas populares que se han venido celebrando durante los últimos días.

La parroquia, modesta en sus elementos de construcción, en madera barnizada con aceite de linaza, lo que facilitó la acción destructiva del fuego. Sólo quedó en pie parte de la estructura metálica y del techo, mientras que se desplomaron las paredes y la techumbre. Cuando llegaron los bomberos, el fuego se habia extendido totalmente por toda su estructura. La extinción del siniestro se alargó hasta las cinco de la mañana, y en ella participaron las dotaciones de tres coches del Servicio contra Incendios. Los bomberos consiguieron apagar el fuego después de varias horas de trabajo. El calor, además, provocó la explosión de varias bombonas de butano. Sobre las tres de la tarde del día siguiente fue preciso enviar un nuevo vehículo al lugar porque se habían reproducido algunos focos de llamas.

TODO PERDIDO. Tanto el templo como la sacristia y los despachos parroquiales sufrieron la acción de las llamas. Han quedado dañados numerosos documentos, entre ellos los documentos de bodas, bautizos, defunciones, perdiéndose efectos religiosos y ornamentales. 

 

Respecto a las causas del siniestro, fuentes próximas a los bomberos madrileños nos indicaron que eran muy difíciles de determinar. Los materiales empleados en la construcción del templo ardieron con tanta celeridad que no han dejado rastro alguno sobre el que iniciar las investigaciones.

 

De todas formas, en el barrio se especulaba con la posibilidad de que pudiera haber sido provocado porque en el templo durante estos años atrás ha sido el local utilizado por la Asociación de Vecinos del Poblado Dirigido de Orcasitas para celebrar sus asambleas y se habian efectuado reuniones de vecinos para protestar por las medidas del Ministerio de Obras Públicas sobre renovación de viviendas, y hacia ya tres días que ardieron tres vehículos propiedad de habitantes de la colonia.

Se da la circunstancia de que en la mañana siguiente tenia que celebrarse una boda en la Iglesia de San Bartolomé. El párroco de la misma, don Máximo Oguiza, estaba tratando por todos los medios para que el acto se oficiara en otra Iglesia y no fuera preciso suspender la ceremonia.

 

 

 

Construcción de nuestro complejo parroquial:

 

Primera etapa:

 

  • Organización: Primeramente se les encomendó a unos señores de la Junta la tarea de confeccionar unas carpetas administrativas, con todo lo necesario para la visita domiciliaria; contenían estas carpetas una relación de los vecinos con sus nombres y apellidos, números de los bloques y viviendas, también llevaban circulares que son de todos conocidas y un plano, para que en todo momento supieran los señores visitadores en el sector que se encontraban los bloques que les fueran asignados por la citada subcomisión, junto con el talonario de los recibos impresos para el fin proyectado. Se complementaron 60 carpetas para las cuales eran necesarios 120 hombres, los cuales se habían comprometido en días anteriores, por efecto de la campaña llevada a cabo en las homilías de las Misas, por Sacerdotes y seglares.

 

Segunda etapa:


  • Se solicita ayuda de las Parroquias, Empresas y Ayuntamientos.
  • La “Operación ladrillo”: No sería justo que se nos quedara en el tintero otra noticia agradabilísima y llena de ternura, es la que corresponde a los Colegios existentes en nuestro barrio; están dando una gran lección de lo que es el verdadero espíritu Cristiano, han organizado su “operación ladrillo” donde todos los niños y niñas se van superando en los donativos, para que su clase sea la campeona; esto constituye el sacrificio de no comprarse el sacrificio de no comprarse un caramelo o una bolsa de pipas, he ingresar esas pesetas en el haber o fondo de su clase; prácticamente están colaborando todos; pero destacando en vanguardia a los Colegios de Velázquez y Hermanas Marianistas. Aprovechamos estas líneas para decirles que Dios se lo pagará y les ayude en su empeño, porque el día de mañana será para ellos el Complejo Parroquial de San Bartolomé, que ellos mismos quieren construir. Se han apropiado de un eslogan: "A quien nos promete una casa en el Cielo, hagámosle una casa en el suelo".

 

Tercera etapa:

 

  • Esta fase la hemos denominada la Folklórica, tiene su misión específica: el organizar festivales, excursiones, concursos y la instalación de una tómbola benéfica, que sería encauzada por un procedicimiento nada corriente, debido a que en primer lugar, todos los números tendrán premio; en segundo, que la mayoría de los objetos a rifar serán donados por los vecinos del Poblado y unos premios especiales de algunas firmas comerciales importantes que nos ofrecen de un valor material extraordinario. 

 

En marcha...

(Recogido según periódico de la época en 1970).

 

Consejo Pastoral Parroquial: Comenzó a funcionar con el nombre de Junta Parroquial, el día 31 de enero de 1966. Llevaba la Parroquia inaugurada año y medio.

 

La Legión de María: Comenzó a funcionar en nuestra Parroquia en noviembre de 1964. Fue un grupo constituido por ocho personas, de las cuales sólo dos pertenecían al Poblado.

Han realizado diversas campañas, entre las que destacan la de ancianos, niños, deficientes intelectuales.

 

Acción Católica de Señoras: Empezó a existir en mayo de 1968. Los primeros impulsos los dieron dos señoras pertenecientes a la Comisión Diocesana, junto a un nutrido grupo de señoras que asistieron asiduamente a los Círculos principalmente encaminados a la formación de sus integrantes.

 

Movimiento Familiar Cristiano: Se dividió en tres equipos de matrimonios, con un total de matrimonios. Actualmente se mantiene un grupo de formación matrimonial y familiar.

 

Equipos de Juventud Femenina: Desde el primer instante que funcionó la Parroquia hubo un grupo de chicas que empezaron a reunirse semanalmente. Llevaban toda clase de actividad para la que se les requería, desde catequesis a niños, limpieza de local, confección de censo, organización de excursiones, teatros, fiestas, etc.

Al comenzar el curso 64-65 empezaron a dividirse en equipos de unas ocho y se estableció un sistema de reunión que pudiera ser más formativo. Algunas chicas se incorporaron a La Legión de María en el mismo curso. Llegaron a formarse hasta ocho equipos.

 

Cáritas: Nuestra Cáritas Parroquial sigue ininterrumpidamente su curso de trabajo hasta la actualidad.

 

Equipo de Liturgia: Formación para todas las misas de la Parroquia y de futuros lectores, encargados de avisos, preparación de homilías, cánticos y ornamentos para el culto.

 

Hermanas Marianistas: Hicieron su aparición en el Poblado el día 18 de abril de 1966. Formando intelectual y moralmente a sus alumnas en el Colegio.

 

La Junta Económica: Comenzó a funcionar a partir del mes de junio de 1966.

 

El Boletín Parroquial: En él se intenta llevar a todo el Poblado la voz, las inquietudes y los deseos de la Parroquia, como asimismo las actividades por ella misma desarrolladas.

 

Club de Ancianos: De todos es conocido que los ancianos tenían su Club en el bloque 74. Ahí pasaban sus ratos libres, que eran todas las tardes.

 

Club Juvenil Parroquial “Amistad”: Empezó a funcionar en octubre de 1969. Sus actividades principales eran: deportes, culturales, excursiones, juegos de salón, fiestas, musicales. Tenían reuniones semanales para informar de las distintas actividades y a la vez tratar problemas de la juventud. Nuestro propósito principal es llegar a formar un Gran Club al que pueda incorporarse toda la juventud del Poblado.

 

Catequesis: Muy difícil en los comienzos, los sacerdotes visitaban semanalmente los 5 colegios existentes en el Poblado. A partir del 65 se daba catequesis parroquial en un gran almacén todos los domingos; en ellos colaboraron muy eficazmente las Hermanas Marianistas. Últimamente esta labor de está viendo facilitada con la implantación de los nuevos catecismos escolares. Se intensifica la catequesis en las fechas próximas a las Primeras Comuniones. Con la preparación para la Confirmación se ha hecho una experiencia haciendo grupos de confirmados que se reúnen semanalmente en los domicilios de las catequistas.

 

Cursillos Prematrimoniales: Se dan durante todo el año a los novios próximos a casarse.

 

Equipos de Juventud Masculina: Aún faltaban unos días para que fuera oficialmente inaugurada la Parroquia y ya se reunía un grupo de chicos jóvenes con inquietud religiosa. Posteriormente han llegado a ser bastante numerosos estos grupos, reuniéndose con un sacerdote semanalmente y tratando los más diversos temas. Han intervenido constantemente en las actividades todas, desde la liturgia hasta las excursiones y deportes. Han sido promotores de las diversas Asambleas de Juventud que se venían celebrando anualmente, y que engrosaban aproximadamente a unos trescientos chicos y chicas.

 

OTRAS ACTIVIDADES: En el Poblado existen una serie de actividades en las que, de alguna forma, interviene la Parroquia. En unas porque fomentó su creación, en otras porque los sacerdotes actúan como asesores, en otras porque emplean nuestros medios, etc. Son éstas: El Centro Social, Las Guías, Los Scout, Las Tunas, Fútbol, Excursiones, Fiestas, etc.

En todas ellas participan de forma muy activa militantes de otras organizaciones parroquiales.

Siempre hemos concebido el Poblado como una unidad humana y, por tanto, la inquietud de la Parroquia abarca todo aquello que pueda servir para elevar a los vecinos en todos sus niveles.

 

 

 

Homilía de Juan Pablo II

 

 

Misa en la Parroquia de San Bartolomé, Orcasitas.  

Madrid, 3 de noviembre de 1982.

 

 

Señor cardenal,
hermanos en el episcopado,
queridos hermanos y hermanas:


1. “La piedra que los constructores desecharon es ahora la piedra angular ...”.

Con estas aleccionadoras palabras, tomadas del salmista y que San Marcos pone en labios de Jesús, la primitiva comunidad cristiana celebraba gozosa la gloria del Resucitado, alegría expansiva de quienes se sentían a salvo y felices en la nueva construcción de Dios: la Iglesia.

La piedra, dice San Pablo, “era Cristo”. Y añade: “Cuanto al fundamento, nadie puede poner otro, sino el que está puesto, que es Jesucristo”.

Jesucristo es, pues, la piedra fundamental del nuevo templo de Dios. Rechazado, desechado, dejado a un lado, dado por muerto —entonces como ahora—, el Padre lo hizo y hace siempre la base sólida e inconmovible de la nueva construcción. Y lo hace tal por su resurrección gloriosa. “Esta es la obra de Yahvé, admirable a nuestros ojos”.

Sobre El, por la fe en su resurrección, somos edificados los cristianos. Así nos lo enseña el apóstol Pedro, en su primera carta: “A El habéis de allegaros, como a piedra viva rechazada por los hombres, pero por Dios escogida, preciosa. Vosotros, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo ...”.

El nuevo templo, cuerpo de Cristo, espiritual, invisible, está construido por todos y cada uno de los bautizados sobre la viva “piedra angular”, Cristo, en la medida en que a El se adhieren y en El “crecen” hasta “la plenitud de Cristo”. En este templo y por él, “morada de Dios en el Espíritu”, El es glorificado, en virtud del “sacerdocio santo”, que ofrece “sacrificios espirituales”, y su Reino se establece en el mundo.

La cima de este nuevo templo penetra en el cielo, mientras sobre la tierra, Cristo, la piedra angular, lo sostiene mediante el “fundamento que El mismo ha elegido y dispuesto: los apóstoles y los profetas”, y quienes a ellos suceden, es decir, en primer término, el Colegio de los obispos, y la “piedra” que es Pedro.

De esta espléndida realidad eclesial, llena de lecciones y significado para cada cristiano, es símbolo cada templo visible, como éste ante el que nos hallamos, y que congrega a los miembros de la herencia de Cristo que constituyen una parroquia en una Iglesia local.

 

2. Han pasado muchos siglos desde Cristo. La heredad de Dios ha ido creciendo maravillosamente —no sin que se repitan los rechazos, las incomprensiones y luchas— sobre la piedra angular: Cristo muerto y resucitado. Cada día son más los hombres y pueblos que lo aceptan con fe y con amor, que buscan en El el fundamento sólido para construir un mundo mejor y más unido, donde se sientan a salvo bajo la mirada bondadosa de un solo Dios y Padre. Entre todos esos pueblos que no rechazaron, sino que hicieron de la fe en Jesús el centro de su historia, está la querida España, profundamente cristiana; entre esos hombres, herederos de Dios por el bautismo que asimila al hijo muerto y resucitado, os contáis también vosotros, hermanos y hermanas de esta parroquia madrileña de Orcasitas, reunidos junto al altar del mismo Cristo. A todos os siento muy dentro de mí y os acojo como miembros queridísimos de su Iglesia.

Este encuentro me llena de íntima satisfacción, porque me hace revivir aquí mis visitas periódicas a las parroquias de Roma, diócesis del sucesor de Pedro; parroquias situadas muchas veces, al igual que la vuestra, en zonas periféricas de la ciudad o de nueva construcción. No sin cierta nostalgia me recuerda también mi trabajo ministerial en las parroquias de mi tierra natal como sacerdote, y posteriormente mis visitas pastorales como arzobispo de Cracovia.

 

3. Sé que esta parroquia se ha ido formando gradualmente con habitantes venidos de diversos lugares. Conozco asimismo vuestros esfuerzos en cuanto trabajadores. Mi gran deseo es que crezca también vuestra vida de ciudadanos y que se hagan realidad las ilusiones que os han animado a venir, y las mejoras con que soñáis y a las que tenéis pleno derecho. Al mismo tiempo me hago cargo de los numerosos y graves problemas que se plantean en un barrio nuevo, y casi siempre con penosas consecuencias no sólo de orden laboral, sino también familiar, religioso y moral. Son problemas humanos, suscitados en buena parte por la urbanización acelerada y la creación de poblaciones periféricas de aluvión, que al alterar muchas veces el ritmo sosegado de las habituales ocupaciones condicionan notablemente la vida diaria, ofuscando quizá las vivencias religiosas, incluso las más arraigadas.

La Iglesia, esa heredad de Dios solidaria con la suerte del hombre en todo momento histórico, no considera tales condicionamientos como obstáculos insuperables para llevar a cabo su misión; al contrario, ve en ellos un llamamiento a prodigarse con abnegación y entrega, pareja a las dificultades y a las necesidades, para que no sufra mengua alguna la obra redentora de Cristo. Este nuevo templo os invita encarecidamente a dar testimonio, como personas y como comunidad parroquial, de que estáis unidos en Cristo en una misma fe y en una misma esperanza. Este templo va a ser signo de la construcción permanente del Reino de Dios en vosotros y en vuestro país. Es casa de Dios y casa vuestra. Apreciadlo, pues, como lugar de encuentro con el Padre común. Me alegro de saber que bajo el impulso del señor cardenal arzobispo se desarrolla en Madrid un vasto programa de construcción de templos parroquiales. Felicito a cuantos participan en ese empeño eclesial.

Permitid que me detenga ahora en algunos puntos concretos que, en cuanto Pastor y responsable de la Iglesia universal, considero de particular importancia para que siga creciendo, en bien vuestro y de la entera familia eclesial, el edificio espiritual de esta comunidad.

 

4. No me encuentro con vosotros simplemente ante un templo, sino en una parroquia y, en cuanto tal, estáis llamados a formar una sola cosa en Cristo, y obligados a testimoniar vuestra vocación comunitaria.

Una parroquia es, en efecto, una comunidad de hombres que, por el bautismo, están personal y socialmente conectados al sacerdocio de Cristo: a la dedicación plena que Cristo hizo de sí mismo al culto y alabanza de Dios, Creador y Padre. Vosotros sois una parroquia ante todo, gracias al hecho de que Cristo está aquí: en medio de vosotros, con vosotros, en vosotros. Vosotros sois parroquia porque estáis unidos a Cristo, de modo especial gracias al memorial de su único Sacrificio ofrecido en el propio Cuerpo y Sangre en la cruz; que se hace presente y se renueva en la Iglesia como el sacrificio sacramental del pan y del vino. Este sacrificio eucarístico traza el constante ritmo de la vida de la Iglesia, también de vuestra parroquia. ¡Centrad vuestras actividades parroquiales en la Sagrada Eucaristía, en el encuentro personal con Cristo, perenne huésped nuestro! Deseo, en especial, recordaros la necesidad de que participéis en la santa misa los domingos y días festivos.

La unión con Jesús en la-Eucaristía influirá en vuestra vida y enriquecerá vuestra parroquia, pues la comunidad cristiana crece y se consolida gracias al testimonio de vida que sus miembros saben ofrecer. A este respecto, es fundamental que los padres den en sus familias un ejemplo de vida coherente y que los miembros de los varios grupos y asociaciones sepan ser buenos discípulos de Cristo, generosos con todos, incluso con aquellos que se muestran aún refractarios al mensaje cristiano. Particular importancia tiene el compromiso de caridad hacia aquellos que, por una u otra razón, se hallan en necesidad. Los pobres, las personas enfermas, los ancianos, los minusválidos, representan otras tantas “llamadas” con las que Dios pulsa a la puerta de vuestro corazón. Pedidle a El la generosidad necesaria para responder con entrega, de la forma adecuada en cada caso.

 

5. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”, cantáis con frecuencia, gozosos ante el misterio de la unidad de la Iglesia universal.

Papel privilegiado de la parroquia es mantener y hacer visible esta unidad. Ella ha de ser acogedora para todos, colaborando a la “unidad de todo el género humano”. Nadie ha de sentirse extraño entre vosotros. Reflejad en todas las manifestaciones de la vida parroquial que, como porción de la Iglesia, sois instrumento de unión con Dios y de unidad entre los hombres.

No hay más que una Iglesia de Jesucristo, la cual es como un gran árbol en el que estamos injertados. Se trata de una unidad profunda, vital, que es don de Dios. No es solamente ni sobre todo unir dad exterior; es un misterio y un don.

Sería empeño inútil e injusto pretender la unidad a nivel de pequeña comunidad mientras en ella se descuidase la unidad profunda en la fe, en los sacramentos de la fe, en la caridad. Es en Cristo, cabeza de la Iglesia, en su doctrina, en sus sacramentos, en sus mandatos, en la unión con Cristo donde se realiza y de donde brota la unidad.

La gracia de Cristo sigue llegando sin cesar a través de la Iglesia visible. Recordáis bien cómo el Señor indica a sus apóstoles: “Quien a vosotros oye, a mí me oye”, y entrega a Pedro y a los apóstoles la potestad de atar y desatar.

La unidad se manifiesta, pues, en torno a aquel que, en cada diócesis, ha sido constituido Pastor, el obispo. Y en el conjunto de la Iglesia se manifiesta en torno al Papa, sucesor de Pedro, “principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad, así de los obispos como de los fieles”. Otra forma de proceder, bien sea personalmente, bien en grupo, no sería otra cosa que desgajarse de la vida.
Vivid, pues, con delicada fidelidad lo que prescribe la autoridad eclesiástica, evitando particularismos que separan y pueden romper la comunión con la Iglesia.

Sois una parroquia joven, recién nacida, necesitada. aún de muchas cosas. Sin embargo, debéis pensar no sólo en vosotros mismos, sino también en los demás. Debéis contribuir con vuestra oración y con vuestro empeño al desarrollo del cristianismo en esta ciudad y en el mundo entero. Pedid fervientemente que entre vuestros jóvenes surjan vocaciones sacerdotales que puedan llevar la voz de Cristo a otras parroquias y —¿por qué no?— también a otras tierras y naciones.

 

6. Al terminar nuestro encuentro, quiero bendecir de corazón esta obra y las demás iglesias que se están construyendo o se construirán en esta zona, en los barrios más poblados de la archidiócesis madrileña y de las otras ciudades de España.

Bastantes de los aquí presentes habéis vivido las dificultades de la construcción de este templo, y participasteis luego de la alegría de su inauguración, de su dedicación al culto de Dios. Y hoy participáis conmigo de la alegría de este encuentro. Así ocurre también con la construcción de ese templo de Dios que somos cada uno de nosotros. Cuesta construirlo, porque esa construcción exige superar el egoísmo, la ira, vivir la paciencia, la fidelidad, la castidad, la laboriosidad, la hombría de bien. Pero también al final de ese esfuerzo nos espera la alegría que acompaña a los que son buenos hijos de Dios.

No lo olvidéis: la parroquia no es solamente un lugar donde se celebran algunas ceremonias y se enseña el catecismo; es además ambiente vivo en que ese catecismo debe actuarse. Las piedras materiales o la estructura externa del templo deben siempre recordaros que sois “piedras vivas”, que debéis construiros constantemente en Cristo, a la medida y ejemplo de Cristo, en lo personal, familiar y social. Ya está construido este edificio. Edificad ahora vuestras vidas según el querer de Dios.

Para esto, permaneced siempre cerca de la Virgen Santísima. Ella, que engendró en su seno virginal a Nuestro Señor y Salvador, lo engendrará igualmente en vuestras almas si pedís confiadamente su ayuda. Que interceda también por vosotros San Bartolomé, vuestro Patrono. Así sea.

 

 

 

 

Benedicto XVI  presenta  al  apóstol  Bartolomé:

 

 

Ciudad del Vaticano.

miércoles, 4 octubre 2006.

 

Queridos hermanos y hermanas:

En la serie de los apóstoles llamados por Jesús durante su vida terrena, hoy llama nuestra atención el apóstol Bartolomé. En las antiguas listas de los doce siempre aparece antes de Mateo, mientras que cambia el nombre de quien le precede: en algunos casos es Felipe (Cf. Mateo 10,3; Marcos 3,18; Lucas 6,14) o Tomás (Cf. Hechos 1,13).

 

Su nombre hace referencia explícita al nombre del padre. Se trata de un nombre de características probablemente arameas.

 

Identificado con Natanael: un nombre que significa «Dios ha dado». Este Natanael era originario de Caná (Cf Juan 21,2) y, por tanto, es posible que haya sido testigo de algún gran «signo» realizado por Jesús en aquel lugar (Cf Juan 2,1-11).

 

Como sabemos, Natanel le planteó un prejuicio de mucho peso: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» (Juan 1,46a). Esta expresión es importante para nosotros. Nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía proceder de un pueblo tan oscuro, como era el caso de Nazaret (Cf. también Juan 7,42). Al mismo tiempo, sin embargo, muestra la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas, manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperamos. Por otra parte, sabemos que, en realidad, Jesús no era exclusivamente «de Nazaret», sino que había nacido en Belén (Cf. Mateo 2,1; Lucas 2,4).

 

El caso de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús, no tenemos que contentarnos sólo con las palabras. Felipe, en su respuesta, presenta a Natanael una invitación significativa: «Ven y lo verás» (Juan 1,46b). Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad sobre todo de una experiencia viva: el testimonio de otra persona es ciertamente importante, pues normalmente toda nuestra vida cristiana comienza con el anuncio que nos llega por obra de uno o de varios testigos. Pero nosotros mismos tenemos que quedar involucrados personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús.

 

En  la escena de la vocación, el evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Juan 1,47). Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: «Dichoso el hombre […] en cuyo espíritu no hay fraude» (Salmo 32,2).

 

Si proclamamos sólo la dimensión celestial de Jesús corremos el riesgo de hacer de Él un ser etéreo y evanescente, mientras que si sólo reconocemos su papel concreto en la historia, corremos el riesgo de descuidar su dimensión divina, que constituye su calificación propia.

 

No tenemos noticias precisas sobre la posterior actividad apostólica de Bartolomé-Natanael. Según una información referida por el historiador Eusebio en el siglo IV, un cierto Panteno habría encontrado en la India los signos de la presencia de Bartolomé (Cf. «Historia Eclesiástica», V, 10,3).

 

En la tradición posterior, a partir de la Edad Media, se impuso la narración de su muerte por despellejamiento, que se hizo después sumamente popular. Basta pensar en la famosísima escena del Juicio Universal de la Capilla Sixtina, en la que Miguel Ángel presentó a san Bartolomé teniendo en la mano izquierda su propia piel, en la que el artista dejó su autorretrato.

 

Sus reliquias son veneradas aquí, en Roma, en la Iglesia que se le ha dedicado en la Isla del Tíber, adonde habrían sido traídas por el emperador alemán Otón III en el año 983.

 

Concluyendo, podemos decir que la figura de san Bartolomé, a pesar de la falta de noticias, nos dice que la adhesión a Jesús puede ser vivida y testimoniada incluso sin realizar obras sensacionales. El extraordinario es Jesús, a quien cada uno de nosotros estamos llamados a consagrar nuestra vida y nuestra muerte.

 

Tradicionalmente identificado con Natanael. En el relato de su vocación, Felipe le anuncia que ha visto al Mesías; Natanael responde que no podía venir de un lugar corno Nazaret, corno se pensaba entonces. Con ello se resalta la libertad de Dios, que viene a nuestro encuentro precisamente allí donde los hombres no se lo imaginan. Felipe invita a Natanael a conocer personalmente a Jesús: «iVen y verás!», le dice. Nos enseña así que, en la vida cristiana es necesario que cada uno llegue a tener una relación personal e íntima con Cristo. Después, en su diálogo con Jesús, Natanael concluirá con una confesión de fe: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel». Esta afirmación ilumina un doble aspecto de la identidad de Jesús: su dimensión divina en cuanto Hijo de Dios Padre, y su dimensión humana e histórica corno Rey de Israel, en cuanto Mesías esperado. No tenemos noticias precisas de la ulterior actividad apostólica de Bartolomé-Natanael, pero su figura permanece ante nosotros como testimonio de una profunda adhesión a Jesús, aún sin realizar obras extraordinarias.

 

Os animo, siguiendo al apóstol Bartolomé, a consagraros por entero a Cristo, especialmente en la sencillez de vuestra vida cotidiana.

 

¡Que Dios os bendiga!

 

 

 

Parroquia

San Bartolomé


C/ Guetaria, 1
28041 - Madrid
91 341 35 10

 

 

 

 

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